Hay
noches que disfruto del privilegio de tumbarme a observar las estrellas,
me fijo en un punto de luz del inmenso firmamento, e intento ver si hay
algún cambio en esa luz, intento ver si se mueve, pienso, quizás si se mueve
tendré mi prueba de otras vidas, quizás si se mueve lograré ver un
meteorito,...
Durante
unos minutos sigo observando fijamente ese punto de luz, pero no veo
cambio y miro hacia otro punto, y otro, escudriñando fijamente el cielo durante
un tiempo, es entonces cuando me doy cuenta como muchos otros antes, que solo
soy un punto, que lo que yo considero mi mundo, mi vida, mis alegrías y mis
tristezas, son sólo un instante, un pequeño pulso en el tiempo y en el
espacio, insignificante, pero imprescindible para que el universo sea como
es.
Esa
es la verdadera dualidad "onda-corpúsculo", al mismo tiempo materia y
energía, al mismo tiempo un ínfimo punto en la inmensidad, que por sus acciones trasmitidas como ondas, determina que el
mundo sea así ahora.
Porque todo está conectado, porque lo que yo hago te llega a ti, siempre te
llega a ti y al último rincón del universo, aunque ni tu, ni yo lo sepamos jamas.
Perdida en ese pensamiento, nuevamente vuelvo a mi pequeña insignificancia,
diciéndome a mi misma, ¡¡que
bendición poder disfrutar de este maravilloso momento!!!, poder ser consciente de la grandeza
y la insignificancia, poder disfrutar de este instante y tener la suerte de
vivir esta realidad .
Este
pensamiento me devuelve otra vez a observar detenidamente el cielo para buscar
un punto de luz que se mueva, esta vez sólo con la intención de pedir un deseo,
un deseo del alma, sólo con la intención de buscar mi estrella fugaz y
llenarme de paz.
TÚMBATE CONMIGO A MIRAR LAS ESTRELLAS.
Dedicado
a mi a migo José con el que miraba las estrellas en las noches de verano, ahora
siempre que me tumbo a mirar las estrellas, le recuerdo.
Diana Nieto Blázquez © Copyright
http://apod.nasa.gov/apod/image/1507/comet2014q1_beletsky_950.jpg |
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