Una amiga me dijo un día, ¿ sería posible que nuestros hijos no tuvieran que llegar a los 40 años para aprender o darse cuenta de lo que yo estoy descubriendo ahora, para que así su vida sea menos dura y más alegre?
En aquel momento no me di cuenta de la respuesta, para ello han tenido que pasar varios meses y mi reflexión es la que escribo ahora.
Para que nuestros
hijos tengan una vida feliz, para que sean conscientes de que todos y cada uno
nosotros somos seres únicos, maravillosos y excepcionales.
Para que nuestros
hijos, sepan como gestionar sus emociones, como tolerar las frustraciones y las
tristezas.
Para que nuestros
hijos, sepan que el Universo es abundante, que nuestro pensamiento es creador
de nuestra realidad.
Para que nuestros
hijos sepan que el futuro y el pasado se construyen ahora y que el alma hay que
alimentarla.
Para que nuestro hijos sepan que todos somos uno.
Somos los padres los
que tenemos que ser felices, tenemos que ser conscientes de que somos uno,
tenemos que saber gestionar nuestras emociones, tenemos que saber que la
abundancia es para todos, tenemos que saber de nuestro "poder"
creador, tenemos que estar en el aquí y en el ahora, tenemos que conectar con
nuestra alma y saber que todos estamos conectados.
Como padres tenemos
una responsabilidad y nuestra responsabilidad es que nuestros hijos sean
felices y para ello debemos ayudarles a cumplir su camino y todo empieza por
nosotros.
No podemos
permitirnos el lujo de cargar a nuestros hijos con nuestra tristeza, con
nuestra inseguridad, con nuestro miedo, con nuestra pena, con nuestra necesidad
de ser amados.
Ellos se merecen que
tu sanes tus heridas, que seas feliz y que seas MADRE o PADRE, que le
transmitas lo que has aprendido a los 40 años, para que ellos, ya desde la
infancia, tengan un bonito camino de vida.
No cargues a tus
hijos con tus penas y sufrimientos, ellos son los hijos, tu eres el
padre/madre, eres tu quien debes cargar con la mochila para que tu hijo corra liviano.
Así que mira tu mochila y empieza a vaciarla para que tu hijo fluya feliz y
liviano hacia su camino.
Mantén tu alma
feliz, para que tus hijos sean felices.
Diana Nieto Blázquez © Copyright
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